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lafarg2Paul Lafargue, médico, periodista y filósofo cubano, nace en 1842 en una familia franco-caribeña. Pasó la mayor parte de su vida en Francia, aunque también pasó periodos ocasionales en Inglaterra y España, colaborando en los inicios del Partido Socialista español.

Yerno de Marx, a la edad de 69 años, él y su mujer se suicidaron juntos, creyendo que al alcanzar la vejez, no podrían disfrutar la vida de la misma forma que durante su juventud y para evitar ser una carga para sus conocidos, deciden acabar con sus vidas, tal y como llevaban tiempo planeando.

A lo largo de su trayectoria, en los ensayos el Derecho a la pereza y la Organización del trabajo, Lafargue criticará duramente los inicios y el progreso del sistema capitalista. Establecerá que la jornada de trabajo máxima debe ser de 3 horas, para que los ciudadanos puedan dedicarse a otras actividades como disfrutar lo máximo intelectual y físicamente.

En la Religión del capital, se decantará por una crítica más feroz al capitalismo y a las entidades eclesiásticas, afirmando que el capital será el único fin que moverá los actos del hombre y que el dinero es la auténtica religión que mueve a los hombres.

La única religión que puede responder a las necesidades del momento es la religión del Capital. (…) El Capital es el Dios real, presente en todas partes y que se manifiesta en todas formas. Él es oro brillante y estiércol hediondo; rebaños de carneros y cargamento de café; montones de Biblias santas y paquetes de grabados pornográficos; máquinas gigantescas y gruesas de sobretodos impermeables. El Capital es el Dios que todo el mundo conoce, ve, toca, siente y gusta; existe para todos nuestros sentidos; es el único Dios que no ha encontrado ateos. Salomón le adoraba, aunque para él todo era vanidad. Schopenhauer le encontraba gracias embriagadoras, aunque para él todo era desencanto; Hartmann, el filósofo inconsciente, es uno de sus creyentes con conciencia. Las demás religiones están solamente en los labios, pero en el fondo del corazón del hombre reina la fe en el Capital.

 

Lafargue, P., El derecho a la pereza, Ed. Fundamentos, Madrid: 1998.

http://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Lafargue  consultada en 23 Abril 2009

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SARA…

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Descubre, para su sorpresa, al señor Herbert Marcuse y su teoría social. Es apasionante, no había leído  antes a nadie que expusiera el control de masas en que nos hayamos inmersos en la sociedad capitalista de occidente. Es más, mediante el desarrollo de nuevas tecnologías, este control social irá a más sin ninguna duda, y los mismos poderes políticos pueden convencernos de que el consumo indiscriminado es necesario.

La crítica fundamental que realiza Marcuse a la sociedad moderna, desarrollada en «El Hombre Unidimensional», es que el sujeto unidimensional es víctima de su propia impotencia y de la opresión continua de un método de dominación (…). Esta crítica implica que la sociedad moderna es incapaz de asimilar cualquier forma de oposición que surja del interior de sí misma, y por tanto no existe ningún movimiento individual ni colectivo capaz de oponérsele o de socavar sus raíces socioeconómicas. Este hecho se contrasta fundamentalmente con el capitalismo temprano, en que el movimiento proletario era una fuerza con el potencial efectivo de derribar al régimen.

El capitalismo avanzado que describe Marcuse, en cambio, ha generado a través de los estados de bienestar una mejora en el nivel de vida de los obreros, que es insignificante a nivel real, pero contundente en sus efectos: el movimiento proletario ha desaparecido, y aún los movimientos antisistémicos más emblemáticos, como el movimiento punk-anarquista o el movimiento bohemio han sido asimilados por la sociedad y orientados a operar para los fines que la sociedad coactiva reconoce como válidos.

El motivo de esta asimilación, según Marcuse, consiste en que el contenido mismo de la conciencia humana ha sido fetichizado (en términos marxistas) y que las necesidades mismas que el hombre inmerso en esta sociedad reconoce, son necesidades ficticias, producidas por la sociedad industrial moderna, y orientadas a los fines del modelo. En este contexto, Marcuse distingue entre las necesidades reales (las que provienen de la naturaleza misma del hombre) y las necesidades ficticias (aquellas que provienen de la conciencia alienada, y son producidas por la sociedad industrial). La distinción entre ambos tipos de conciencia sólo puede ser juzgada por el mismo hombre, puesto que sus necesidades reales sólo él las conoce en su fuero más íntimo; sin embargo, como la misma conciencia está alienada, el hombre ya no puede realizar la distinción.

 

 

fuente: Wikipedia, 18/04/09. http://es.wikipedia.org/wiki/Herbert_Marcuse   

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