velocipeando 2

Hace algunos días que escribía con ilusión que me había comprado una bici y ya puedo reconocer que  he hecho algunos progresos.

Ya no me da miedo cruzarme con casi todo, sean abuelos, abuelas que tienen un imán sobrenatural para ponerse frente a la rueda delantera o mujeres embarazadas que tienen el mismo imán que las abuelas.

El otro día me dí un buen porrazo tras intentar esquivar a una chica que se colocó en medio del carril bici. A veces lo recuerdo y es como si hubiera sido colocada con una mano gigante justo en el momento que yo pasaba, cual peón de ajedrez. En lugar de frenar, intenté adelantarla sin tener en cuenta el bordillo de mi izquierda. Dí con toda la cara en el suelo y quedé más bonica …

También me quedé encerrada antes de ayer en un ascensor enano, con mi bici dentro. (Nos estamos haciendo muy buenas amigas).  Mira que Iván me avisó de que su ascensor era pequeño y de que no cabría, pero como me gusta tener la razón y me daba pereza subir dos pisos con ella a cuestas,  lo intenté y entró perfectamente y con toda facilidad.    Lo de salir … ya nos costó algo más.

Lo último ha sido esta mañana, cuando mi bici y yo hemos sido atacados por un cocker salvaje con un embudo gigante en la cabeza. Sí sí, un embudo de esos del revés, que se lo ponen los veterinarios a los perros para que no se rasquen. Sé que hay perros que tienen una estraña manía de ladrar a las bicicletas, supongo que se creen que queremos conquistar su territorio o vete a saber qué se les pasará por esa canina cabeza.

Continuará.

*

¡Campeones del Mundo!  Me quedo con Ramón.

Deja un comentario

Archivado bajo Rutinas

Deja un comentario